El paciente siempre he sido yo
- Vianney Cruz
- 9 abr
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 14 may
Cuando decidí estudiar psicología, pensé que lo hacía porque me gustaba ayudar a los demás, porque me intrigaba entender la mente humana. Con el tiempo me especialicé en niños, porque el juego, la ternura y la conexión con esa parte tan pura me daban sentido… o eso creía.
Lo que no sabía entonces era que, detrás de ese impulso, también había una búsqueda silenciosa.
Cada vez que creaba un espacio seguro para un niño, era mi propia niña interior la que anhelaba sentirse contenida. Cuando escuchaba a mis pacientes hablar de abandono, confusión, o miedo, algo dentro de mí también se estremecía. Como si sin saberlo, estuviera intentando reparar desde afuera lo que en realidad me dolía por dentro.
Fui avanzando en mi formación, cursando especialidades, leyendo, tomando talleres, estudiando sobre trauma, relaciones, narcisismo, psicopatía encubierta… Y sí, me convertí en una buena terapeuta. Pero algo me seguía faltando. Una y otra vez me encontraba con mujeres que narraban historias parecidas a la mía. En sus palabras me veía reflejada. En sus lágrimas, me reconocía. Y fue ahí que me di cuenta: todo este tiempo he estado buscándome a mí.
🔍¿Qué ocurrió aquí?
A veces, sin darnos cuenta, nos formamos, trabajamos, ayudamos o nos volvemos expertas en un área porque inconscientemente estamos intentando entendernos y sanarnos a nosotras mismas. Lo que ofrecemos a otros, muchas veces, es exactamente lo que hubiéramos necesitado recibir.
Eso no nos invalida como profesionales. Al contrario: nos vuelve más humanas, más empáticas, más capaces de ver en el otro lo que muchas veces pasa desapercibido. Pero también nos recuerda algo importante:
El viaje hacia la sanación no es solo externo, también es profundamente interno.
📘 El terapeuta herido y la proyección
Existe una figura conocida como el terapeuta herido, que describe a quienes eligen una profesión de ayuda no solo por vocación, sino también porque sus propias heridas los empujan a buscar comprensión y sentido.
Esto no es negativo en sí mismo. Lo importante es hacerlo consciente. Cuando no lo es, corremos el riesgo de proyectar nuestras propias necesidades en los demás: querer “salvar” a nuestros pacientes, vivir a través de ellos, sentirnos vacías si no ayudamos, o ver en su historia la nuestra sin darnos cuenta.
También puede ocurrir en otros roles: como madres, maestras, amigas o parejas. Buscamos cuidar, contener o enseñar desde un lugar donde lo que realmente deseamos es ser cuidadas, contenidas o vistas nosotras.
La proyección es un mecanismo de defensa natural. Pero si no lo observamos, puede llevarnos a perdernos de vista y a vivir a medias, siempre volcando nuestra energía hacia afuera, sin darnos el permiso de mirar hacia adentro.
Hoy miro hacia atrás y reconozco con más ternura que juicio: fui buscando afuera lo que me dolía dentro. Y está bien. Así empieza el camino para muchas. No siempre tenemos claridad desde el inicio. Lo importante es darnos cuenta, y elegir conscientemente regresar a nosotras mismas.
Porque en cada historia que acompaño, hay un eco de mi historia. Y en cada espacio que abro, también me estoy encontrando.
🌿 ¿Y tú? Hay algo que estés dando a otros que tal vez tú también necesitas recibir?
Te propongo esta reflexión, si deseas compartela en los comentarios:
Escribe esta frase y respóndela con honestidad:
“Ayudo a otros a _________, porque yo también necesitaba __________.”
Tal vez ahí descubras una parte de ti que está pidiendo ser vista, escuchada o abrazada.
Gracias por estar aquí.
Te leo. ❣️




.png)


Comentarios